viernes, 29 de noviembre de 2013

Localidades reservadas (1)_Cine Negro en los años 60 (#1)_The Killers, 1964.



Inaguramos el cine de LOCALidades Reservadas en Local  con un ciclo sobre Cine Negro en los años 60.  El film Noir, como Lo llamó la crítica europea, se nutre en un principio de la novela negra y parte desde la transición de los años 20 a los 30 en Hollywood con el denominado cine de gangsters y tiene su desarrollo y auge durante las décadas de 1940 y 1950. Se suele citar a Sed de Mal, Orson Welles, 1958 como la última gran película del cine negro clásico.

Durante los años sesenta del pasado siglo un gran número de directores, tanto americanos, como europeos siguieron evolucionando un género que ha llegado vigente hasta la actualidad, podríamos decir que se internacionalizó. Las raices del cine negro son profundas y diversas. Literariamente se nutre de obras detectivescas y de la escuela hard-boiled, algunas escritas para revistas Pulp como Black Mask por autores que se convertirían luego en clásicos como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, James M. Cain, David Goodis y un largo etcétera, aunque también recibe influencias de naturalistas como Emile Zola o Ernest Hemingway, como en el caso que nos ocupa. Artísticamente y desde un punto de vista estético, el expresionismo alemán y el cine desarrollado en Europa previo a la II Guerra Mundial fue su influencia más significativa gracias en gran medida a la llegada a Hollywood de directores como Fritz Lang, Billy Wilder, Robert Siodmak, Max Ophüls o Jacques Tourneur. La mezcla de expresionismo con un cierto realismo poético, una serie de arquetipos repetidos con asiduidad, como el perseguido, el detective solitario, el gangster o la mujer fatal y una imagen visual muy potente de claroscuros que se nutre de diferentes fuentes como las pinturas callejeras de Hopper o incluso las luces y sombras de Caravaggio si nos remontamos en el tiempo, son las que formarán el germen del género. El amplio abanico de influencias que recibe sería imposible de resumir aquí y ha dado lugar a una extensa bibliografía sobre este tipo de películas, que nos ofrecen desde la ambigüedad de sus contenidos, un retrato metafórico de los males que aquejaban a la sociedad americana en ese momento.

La peli que nos ocupa, Código del Hampa (Don Siegel, 1964), está basada en un relato corto de Ernest Hemingway llamado The Killers de 1927 del que ya se realizó un gran película en 1946, Forajidos, dirigida por Robert Siodmak. Los papeles interpretados en aquella por Ava Gadner y Burt Lancaster son en este caso protagonizados por Angie Dickinson y John Cassavetes. Como curiosidad, resaltar como este pequeño relato llamó la atención de un director como Andrei Tarkovsky del que realizó una adaptación que fue a su vez su primera película, un cortometraje de veintiun minutos con la parte inicial de la historia, que rodó en su época de estudiante de cine en la U.R.S.S. a finales de los años cincuenta.

La narración del film se desarrolla a través del camino que siguen los asesinos hasta dar con el cerebro de una organización y con su dinero y gira en torno a tres grandes flashbacks. La película es en realidad un remake de la de Siodmak donde se nos muestra un mundo angustioso de personajes antiheroicos proclives a la fatalidad. Siegel había colaborado en Forajidos escribiendo el primer tratamiento del guión así que ya sabía lo que se traía entre manos. Simplifica en cierta manera la historia, reduciendo los once flashbacks de la original a tres y concede el hilo conductor a los asesinos. Transforma al protagonista de boxeador en piloto de carreras, aunque ambos igualmente fracasados y enamorados de una mujer que les arrastrará sin remedio a la perdición. Los asesinos encarnados por Lee Marvin y Glu Gulager anticipan a la pareja creada por Tarantino para Pulp Fiction, 1994, tanto por sus diálogos y forma de actuar como por su estética. Angie Dickinson es el prototipo de mujer fatal donde su víctima vuelve a caer una y otra vez negándose a creer en la evidencia.

La película fue concebida en un principio para la pequeña pantalla, fue producida por el propio Siegel para la Universal, pero finalmente se acabó proyectando en los cines, según se dijo por sus elevadas dosis de violencia. En el fondo, se supo tiempo después que algunos códigos de censura aún disfrutaban de cierto poder de decisión y que la película fue desviada a la pantalla grande por la agresividad de algunas de sus escenas. El código Hays no se abandonó hasta 1967 y además de en el cine, comenzó a aplicarse también con la llegada de la televisión. Este cambio de una película pensada para la pequeña pantalla alteró una obra que no respetaba el formato, el tratamiento del color y las leyes de la gran pantalla, pero que con el paso del tiempo la textura, la rapidez de montaje y los planos creados por Siegel adquieron un valor diferente y audaz comparados con los de otras películas de ese momento que no estaban rodadas de esa manera. Los zooms, las tomas aéreas montadas con primeros planos, las trasparencias y los colores saturados hacen de ella una película más moderna de lo que era en realidad para la televisión.

Don Siegel llevaba trabajando en Hollywood para los estudios desde los años cuarenta, tenía ya una larga trayectoria y había trabajado en todo tipo de producciones tanto en cine como en televisión, como director, montador y productor. Había dirigido a grandes actores y actrices como Robert Mitchum, Peter Lorre, Steve McQueen, Ida Lupino o  Jane Greer. Y ya había trabajado con John Cassavetes y Ronald Reagan que coinciden en esta película. Siegel también dirigió una película con Elvis Presley y un clásico de la ciencia-ficción con paralelismos políticos como La invasión de los ladrones de cuerpos en 1956. Empezó a destacar por un estilo propio, rápido y violento que desarrollará posteriormente con varias películas con Clint Eastwood del que sin duda será un referente en su posterior carrera como director y le hizo dar sus primeros pasos en el cine a directores de la talla de Sam Peckinpah que trabajó para él como guionista.

Perdidos los referentes sociales del noir clásico, la película va desgranando un amplio  despliegue visual, que unido a un sólido guión y a las magníficas interpretaciones de Angie Dickinson y de Lee Marvin, que al año siguiente ganaría un oscar al mejor actor por su interpretación en el musical Cat Ballou (Elliot Silverstein, 1965) hacen que la película enganche de principio a fin. Lee Marvin hace aquí uno de sus mejores papeles, de asesino escéptico y algo existencialista que se pregunta por qué su victima en vez de huir se ha dejado matar, pero sin dejar de lado el tema principal, el dinero. En cuanto al resto del reparto,  destacar a John Cassavetes, el cual ya había dirigido tres películas en ese momento, la mítica Shadows, 1959, por la cual fue considerado un pionero del cine independiente en los EE.UU. y dos películas más para los estudios de Hollywood, aunque su experiencia como actor era muy amplia, sobre todo trabajando en series de televisión. Poco después sería también muy recordado por su papel como actor fracasado que vende a su hijo al diablo para poder triunfar en Rosemary's Baby de Roman Polanski. Los dos personajes de la trama que nos quedan son Clu Gulager que será el pistolero acompañante de Lee Marvin y que trabajó en innumerables series de televisión durante más de cuarenta años y donde cabe destacar su papel en una notable película siete años después, The Last Picture Show de Peter Bogdanovich. Por último destacar la aparición de Ronald Reagan en su última película como actor  aunque luego seguirá actuando en la vida real, en 1967 será nombrado gobernador de California, cargo que mantendrá durante dos mandatos consecutivos, el resto es de sobra conocido. Es curioso como en esta película, Reagan haciendo un papel de gangster mafioso, recibe varios disparos y luego los volverá a recibir en 1981 siendo ya presidente de los Estados Unidos.
La música corre de la mano de un joven John Williams, aunque el tema principal que acompaña a los créditos iniciales es de Henry Mancini y pertenece a la banda sonora de Sed de Mal de Orson Welles, estrenada solo seis años antes; los derechos eran de la Universal y decidieron reaprovecharlos, quizás pensando que el filme iba a emitirse solo por televisión. Cabe destacar tambien la canción"Too Little Time" interpretada por Nancy Wilson en la película y escrita por Henry Mancini y Don Raye.

Algunas prohibiciones del Código Hays de censura que se aplicó desde 1934 hasta 1967:
-La técnica del asesinato deberá ser presentada de manera que no suscite la imitación.
-No se mostrarán los detalles de los asesinatos brutales.
-La venganza, en nuestros días, no será justificada.
-Los métodos de los criminales no deberán ser presentados con precisión.
-Las técnicas del robo, de la perforación de cajas fuertes y el dinamitado de trenes, minas y           edificios, no deben ser detalladas.
-La utilización de armas de fuego será reducida al mínimo estricto.
-Los órganos genitales del hombre no se deben delatar, bajo un ropaje de bolsas o de pliegues sugestivos.
-Los órganos genitales de la mujer no deben delatarse, bajo un tul, ni en sombras, ni como un surco. Toda alusión al sistema capilar, incluidas las axilas, está prohibida.
-Las danzas que sugieran o representen actos sexuales o pasionales indecentes están prohibidas.
-El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito, a veces, necesarios para la Intriga, no deben ser objeto de una demostración demasiado precisa, ni ser justificados o presentados, bajo un aspecto atractivo.
-Un amor impuro nunca debe parecer atractivo o hermoso.

PRÓXIMA PELÍCULA - BLAST OF SILENCE - 1961 - ALLEN BARON

Localidades reservadas (1)_Cine Negro en los años 60 (#1)_The Killers, 1964.